lunes, 17 de mayo de 2010

LA UBA EN TIEMPOS DE LA SANTA FEDERACION: EJEMPLO ARGENTINO - PARTE I


La versión desfigurada de la historia que los argentinos hemos recibido por parte de los masones, unitarios y liberales, acostumbra a colocar la etapa federal de Juan Manuel de Rosas como una de las peores que hemos vivido. Allí -nos dicen- abundaron los bárbaros, los atrasados, la incultura, la tiranía, la vileza y el crimen indiscriminado.

A pesar de que tanta mentira nos sigue llegando respecto a estos temas hoy en día, nos vemos en la necesidad de citar al desarraigado Domingo Faustino Sarmiento, quien dijo de la educación en la etapa rosista luego de la batalla de Caseros:
“A pesar de las difíciles circunstancias en que el país se hallaba envuelto, parecía que nada influyera en la educación de la juventud que cada día se mostraba más afanosa por corresponder a los cuidados que se le prodigaban”. El “Padre del Aula” de los liberales autóctonos, no pudo negar jamás que las instituciones educativas funcionaron notablemente en la época federal de Rosas, aún en tiempos de guerras, asedios, intervenciones imperiales e intrigas unitarias.

Sin embargo, la maledicencia enfermiza de los vencedores de Caseros se preocupó por demostrarle a las futuras generaciones de compatriotas que el de Rosas fue un gobierno inculto que aborreció de todo vestigio educacional. Un ejemplo que mantuvieron durante muchos años, y que luego fue defenestrado por la escuela del revisionismo histórico, proviene de la época en que Manuel Belgrano dirigía, con resultado dispar, el Ejército Auxiliar del Alto Perú, por 1813/1814. Tras vencer en la batalla de Salta (20 de febrero de 1813), Belgrano fue distinguido por la Asamblea General Constituyente con un decreto por el cual se le otorgaban 40.000 pesos fuertes de la época. Dicha suma de dinero, según el propio Belgrano, tenía que destinarse para la construcción de 4 escuelas en diversas provincias argentinas. ¿Qué comparación hicieron los liberales entre Belgrano y Rosas? Obviando documentos fundamentales de este episodio, las plumas “ilustradas” dijeron que Manuel Belgrano destinaba dineros propios para mandar construir escuelas, algo que jamás mandó hacer Rosas mientras estuvo como Gobernador de la provincia de Buenos Aires, porque éste prefirió “hacer guerras” en vez de erigir colegios o instituciones educativas.

Fue el revisionista Marcos Rivas quien desnudó esta falacia cuando, en su obra “Sarmiento. Mito y Realidad”, expuso que para junio de 1814, Manuel Belgrano manda decir en oficio al gobierno de Buenos Aires que, en vez de mandar construir las 4 escuelas prometidas con el dinero que le dieron por decreto, ceda los 40.000 pesos fuertes para gastos militares. Es decir que, si adoptásemos la postura de los escribas liberales, tanto Rosas como Belgrano obviaron la educación porque no le “pasaron” fondos, y, en cambio, prefirieron “hacer” la guerra. Obviamente, para cuando Rivas descubre el decreto del 18 de junio de 1814 por el cual Belgrano da otro destino a la suma de dinero que le habían otorgado, los calumniadores de Rosas en su mayoría ya habían fallecido, dejando esta atrofia a generaciones enteras de argentinos.


LA U.B.A. FEDERAL

Ni siquiera Sarmiento pudo ser el tan mentado “Padre del Aula” o “Maestro de América” que le endilgaron los himnos y los homenajes chantajistas que le hicieron sus panegiristas. En su etapa como gobernador de San Juan (1862-1864), no fundó ninguna escuela, y en el Senado Nacional (sesiones del 27 de julio y 19 de septiembre de 1878), dijo sobre los estudiantes universitarios:

“Si algo habría que hacer por el interés público sería tratar de contener el desarrollo de las universidades (…) En las ciudades argentinas, se han acumulado jóvenes que salen de las universidades y se han visto en todas las perturbaciones electorales (…) Son jóvenes que necesitan coaligarse en algo porque se han inutilizado para el comercio y la industria. La apelación de ‘Doctor’ contribuye a pervertirles el juicio (…) La educación universitaria no interesa a la nación ni interesa a la comunidad del país”.

La UBA (Universidad de Buenos Aires) en el régimen rosista fue sencillamente espléndida, aunque ocultada siniestramente porque fue ejemplo para buena parte de las naciones de Hispanoamérica del momento. Nos dice Raúl Rivanera Carlés en “Rosas” (Editorial Liding, Noviembre de 1979):

“El rectorado de la Universidad [de Buenos Aires] fue desempeñado por tres distinguidos sacerdotes durante el régimen del Restaurador, a saber: Miguel García, Paulino Gari y Santiago Figueredo”.

Veamos cuán despótico fue Rosas con los salvajes unitarios, a quienes “maltrató” y no les dio la oportunidad para que estudien por “tirano”:

“De los numerosos egresados –sigue Rivanera Carlés- mencionaremos algunas de las figuras que pertenecieron luego al unitarismo: Emilio AGRELO (fiscal en la causa contra don Juan Manuel, legislador, etc.), Marco M. DE AVELLANEDA, Vicente Fidel LOPEZ, Eduardo COSTA (ministro de Mitre, Pellegrini y Sáenz Peña), José Benjamín GOROSTIAGA (ministro de Vicente López y Planes, de Urquiza y de Sarmiento), Nicanor MOLINAS (ministro de Derqui), Miguel NAVARRO VIOLA, Marcos PAZ (gobernador de la provincia de Tucumán y vicepresidente), Pastor OBLIGADO (gobernador bonaerense tras la caída de Rosas), Vicente G. QUESADA, Juan F. SEGUI (ministro de relaciones exteriores del “libertador” Urquiza), Carlos CALVO, Juan Bautista ALBERDI, Félix FRIAS, Juan María GUTIERREZ, Buenaventura BOSCH, Luis SAENZ PEÑA, etc.”.

Hay un dato por demás interesante. El salvaje unitario Juan María Gutiérrez se recibió de Doctor en Jurisprudencia el 5 de junio de 1834, habiendo comenzado a estudiar en la UBA en tiempos de la primera gobernación de Juan Manuel de Rosas. Terminó de cursar sin haber abonado arancel alguno en razón de “su notoria falta de fortuna”, según documentos que oportunamente fueron encontrados por el revisionista Dardo Corvalán Mendilaharsu. Todos sabemos quién fue, años más tarde, Gutiérrez: un traidor que le hizo la guerra a Rosas desde Montevideo, escribiendo panfletos unitarios con el fin de pedir la intervención de las fuerzas francesas en el Río de la Plata.

Observemos el siguiente dato suministrado por “Rosas y Su Iconografía” de Fermín Chávez (Tomo II, Editorial Oriente, Agosto de 1970):
“Si de la Facultad de Jurisprudencia [de la UBA] pasamos a la de Medicina, nos sorprenderán, sin duda, las cifras sobre médicos y cirujanos, tocólogos y farmacéuticos, egresados en la época de Rosas y, en especial, después del zarandeado decreto de principios de 1836, período en que no se recibían sino quienes fueran conocidos federales.

“El más serio estudioso del tema, el doctor Andrés Ivern, ha hecho una estimación cuantitativa y una valoración cualitativa profesional de quienes se doctoraron entre 1830 y 1852 en las aulas de la Universidad de Buenos Aires. En ese período, de 22 años, se graduaron 223 profesionales, mientras que en los 22 años siguientes, entre 1853 y 1875, los graduados en Medicina alcanzaron a 140. En ambos períodos se incluyen los extranjeros que revalidaron su título en Buenos Aires”.


O sea, en la etapa “bárbara” y “atrasada” de la Santa Federación, hubo más profesionales que en la de los “iluminados” y “civilizados” que le siguieron… Hasta aquí, la primera parte de este informe.


Secretaría de Prensa y Difusión
AGRUPACION UNIVERSITARIA "JUAN PERON"

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